
Cuando acabé la Diplomatura de Fisioterapia, empecé a trabajar como fisioterapeuta en un centro médico de mi localidad. En esos años allí aprendí muchísimo y descubrí que ayudar a los demás me encantaba. Y fue en ese mismo centro médico donde trabajé codo con codo con un ginecólogo y me empecé a interesar por el ámbito de la salud femenina.
Años más tarde, y a pesar de tener una “estabilidad envidiable” a todos los niveles (dicen), sentí que había terminado una etapa y que necesitaba seguir avanzando, así que decidí dejarlo para darme prioridad a mí. Abrí mi propio centro de fisioterapia, un lugar donde poder trabajar mucho más a mi manera, aunque todavía me faltaba dar un paso más allá. Poco después me quedé embarazada de mi hija Ivet, y eso me empujó a focalizarme realmente en lo que más me apasiona, que es acompañar a las mujeres.
Y ahora, después de haber tenido a mi segundo hijo Arnau, es cuando este proyecto bonito ve la luz. En la actualidad compagino la dirección de mi centro de fisioterapia con el acompañamiento a mujeres que se preocupan por su salud. Mujeres despiertas y conscientes que quieren un enfoque basado en el respeto al propio cuerpo. Mis consultas son presenciales y online, siempre basándome en el conocimiento de la fisiología humana y en el hecho de buscar causas, y no síntomas.